Site icon Última Hora del Sur

El veto que condena a los jubilados: ¿remedios, comida o equilibrio fiscal?

La Cámara de Diputados debatió el veto presidencial a la ley que proponía una recomposición del 7,2% en las jubilaciones mínimas y la actualización del bono mensual de $70.000 a $110.000. A pesar de los 160 votos a favor de revertir el veto, faltaron 6 para alcanzar los dos tercios necesarios por lo que quedó firme el veto de Milei. Esta pulseada dejó al descubierto las prioridades del poder político. Y es evidente: los jubilados no le importan a nadie.

¿Remedios, comida o equilibrio fiscal?

La pregunta tal vez, pone en evidencia el dilema moral que atraviesa la política argentina: ¿de qué sirve ordenar las cuentas si se desordena la vida de quienes más necesitan?

Los jubilados, parecen haber sido convertidos en una variable de ajuste. Y eso no es solo injusto: es inmoral. Que el bono esté congelado desde hace 16 meses, que el salario mínimo jubilatorio esté por debajo de la línea de indigencia, que se discuta si merecen o no un aumento de $40.000 como si fuera un lujo… todo eso habla de una sociedad que ha perdido el sentido de lo esencial.

El oficialismo defendió el veto con el argumento del equilibrio fiscal, mientras la oposición denunció el abandono de los sectores más vulnerables. Afuera, organizaciones de jubilados se manifestaban frente al Congreso, reclamando lo que consideran un derecho básico: vivir con dignidad.

La mirada ética

La decisión de sostener el veto no es solo técnica: es profundamente inmoral. ¿Cómo se explica que se discuta si los jubilados merecen un bono de $110.000 cuando ese monto apenas alcanza para cubrir medicamentos, alimentos y alquileres? ¿Cómo justificar que ese bono esté congelado desde hace 16 meses, mientras la inflación devora los ingresos de quienes ya no pueden trabajar?

Los jubilados en Argentina cobran salarios de hambre. Pierden calidad de vida día tras día. Y pierden la vida. No hay otra forma de decirlo. Son víctimas de un sistema que los reduce a números, que los invisibiliza, que los deja elegir entre comer o comprar remedios. Y esa elección, como bien dijiste, ya fue hecha: se eligió el equilibrio fiscal por sobre la vida.

El llamado a la acción

Este veto, lamentablemente, va a quedar como una página más en el diario de sesiones. Pero sería bueno que sea un punto de inflexión. La sociedad civil, los medios, la CGT hasta hoy ausente (¿por qué será?), las organizaciones comunitarias, todos, pero todos, deberían de alzar la voz. Esto no se trata de ideologías, no se trata de la grieta. Se trata de humanidad. Esto no era un aumento sino devolverles lo que perdieron en enero, lo que le quitaron.

Debemos exigir una política previsional que reconozca a los jubilados como sujetos de derechos, no como una carga presupuestaria. Debemos construir un pacto como sociedad que garantice que nadie, nunca más, tenga que elegir entre comer y medicarse.

Como reflexión final, si el Estado no está para cuidar a quienes ya lo dieron todo, ¿entonces para qué está?

Hasta la próxima.

Roberto Pildayn

Exit mobile version